Jueves de Sexo: Masturbacion



La masturbación: el camino hacia el placer
¿Cómo reivindicar el derecho al orgasmo cuando la noción de placer sigue siendo todo un misterio? El autoerotismo nos enseña el camino de acceso pero, visiblemente, también el de vuelta. Parece ser que, ya en el vientre materno, incluso el feto se abandona al placer en total confidencialidad. Más tarde, de niño, volverá a descubrir esas sensaciones a su ritmo y con la sensibilidad característica de dicha edad.
¡Y ese es el quid de la cuestión! Esta práctica, a menudo mal vista por los padres, que la consideran reprensible a pesar de ser totalmente natural, se vuelve así un gesto vergonzoso al igual que el cuerpo y el placer que produce. Y henos aquí dependientes de esas prohibiciones cuando sería tan fácil, tal y como propone Brigitte Lahaie en el prólogo, “explicar que no hay nada malo en el hecho de hacerse el bien a uno mismo, siempre y cuando nos guardemos de las miradas indiscretas”.
La masturbación, ¿clave de la autoestima?
Siempre que se practique de manera positiva y se asuma, la masturbación potencia la autoestima. Esta afirmación, que puede parecer un tanto revolucionaria, está respaldada por diversos estudios como el sondeo Royet llevado a cabo hace ya unos años con adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y los 18 años. Este demuestra que la práctica de la masturbación conlleva, para el chico, una relación de fascinación (positiva) con su pene. A través de la imagen del órgano erecto, descubre su poder y su virilidad, lo que despierta sin duda su orgullo. En el caso de la chica, su narcisismo, menos localizado, se sitúa de entrada en la totalidad de su cuerpo: su silueta, su pecho, su cara y sus aptitudes para gustar.
De este modo, la masturbación abriría las puertas del placer y de la felicidad, desarrollando así nuestra predisposición para la fantasía y el arte. Una defensa como ninguna contra la frustración, fuente de agresividad entre otras cosas. Un punto que corrobora el estudio Exton (2001): en las poblaciones donde la masturbación no es considerada como un acto denigrante, se observa una prolongación de los estudios con un gusto pronunciado por la actividad intelectual o artística y comportamientos menos violentos.
Masturbarse para alcanzar una sexualidad plena
Si Britney Spears o Janet Jackson entre muchas otras aplauden las virtudes de la masturbación, por algo será. En su obra, los doctores Humbert y Palazzolo sostienen que “en las chicas jóvenes, la masturbación tendría la función de dominar la capacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito”. Todo beneficio/ganancia tanto para ellas como para ellos.
La masturbación no sería, por lo tanto, ningún competidor del coito, sino más bien algo complementario que promete un mayor goce y disfrute para ambos miembros de la pareja. En definitiva, los autores coinciden en que las motivaciones (para ambos sexos) responden además de a la necesidad de autoexploración y de seguridad narcisista, a un deseo de autonomía y de descubrimiento personal e íntimo del deseo.
Para conocerse mejor, para disfrutar más. La idea no es nueva, ahora sólo queda ceder a ella echando abajo el sentimiento de culpabilidad.
El autoerotismo contra los trastornos sexuales
¿La masturbación como nueva terapia contra los trastornos del deseo? Por qué no, se dicen los profesionales… En realidad, la proposición data de los años 70, en los que los sexólogos preconizaban la eficacia de las técnicas de reaprendizaje de la masturbación. La voluptuosidad para desinhibirse encuentra de nuevo emuladores dentro de la profesión. ¡Y esta vez, a fondo! La proposición no reside tanto en una simple paja, sino más bien en el hecho de asociar a la masturbación pensamientos positivos y asumir las fantasías y el deseo que conlleva.
De hecho, nuevos estudios afirman que “son esas fantasías asociadas a la masturbación, más que la capacidad de procurarse placer a uno mismo, las que repercuten positivamente en las inhibiciones”. Una invitación a sumergirse en nuestros deseos más profundos para una fantástica exploración de nuestra propia intimidad.

Una curiosidad y ademas falacia: 




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