Viernes oscuro - Asesinos Gays
El instinto de Matar no distingue de preferencias sexuales, tambièn nuestro amigos Gay matan... y la creatividad no se queda atras...
Bienvenidos!, aprendamos juntos!
Guilles de Rais, el Barba Azul
sanguinario
Aparece en todas las crónicas y listados como el primer asesino gay de la
historia, aunque en realidad, en su caso, la supuesta homosexualidad no era más
que una anécdota sin importancia dentro de una personalidad monstruosa,
desviada, obsesionada con el diablo y, definitivamente, enferma. Nacido en 1404
en Francia, mantuvo una estrecha relación con Juana de Arco, desde su posición
de primer teniente en los ejércitos de oposición inglesa la invasión inglesa.
Una época de feudalismo medieval en la que un noble como era el mariscal Pilles
de Rais podía someter y casi disponer a voluntad de su pueblo sin ser
cuestionado ni mucho menos perseguido.
Así fue que, durante ocho largos años, De Rais pudo llevar a cabo sus macabras
fantasías sobre más de doscientas victimas. Eran chicos adolescentes y niños
que reclutaba de familias a las que prometía el bienestar de sus hijos
trabajando para el en calidad de sirvientes, jóvenes a los que en realidad
torturaba en la intimidad de su castillo: una de sus practicas habituales consistía
en colgar a los muchachos y mirar placidamente como se asfixiaban para
“rescatarlos” justo antes de que se produjera la muerte, abrazarlos entonces
simulando que todo había sido una broma, y degollarlos finalmente cuando el
niño comenzaba a tranquilizarse de nuevo. Eso si no optaba por sodomizar al
crío y ordenar a sus cómplices que lo decapitaran en el momento mismo que el
sádico alcanzaba el orgasmo. Las cabezas eran guardadas como objetos de deseo
que después acariciaba y besaba hasta que se descomponían por completo y tenían
que ser desechadas (… y reemplazadas).
La barbarie quedó impune hasta que la inquisición, en 1440, lo procesó, ahorcó
y quemó por crímenes de brujería, herejía y, solo en tercer lugar,
infanticidio.
Richard Loeb y Nathan Leopold, los asesinos
enamorados
La historia de Richard y Nathan es la de dos jóvenes ejemplares, de dieciocho y
diecinueve años respectivamente: ricos, de buena familia, estudiosos, y con un
coeficiente intelectual muy por encima de la media. Dos personas del todo
normales que decidieron cometer un asesinato por el sencillo deleite de
demostrarse que podían hacerlo.
Una idea que al parecer surgió de nathan, el mayor de los dos y el mas
dominante en la relación de pareja que mantenían. Gran seguidor de Nietzsche y
su teoría del superhombre, estaba convencido de poder llevar adelante el crimen
perfecto junto a su compañero. Corría 1924, y Bobby Franks, un chico del barrio
de apenas catorce años, fue el elegido. A la salida de clase, la pareja asesina
convenció al niño para subir a su coche, lo mataron, y malenterraron el cuerpo
en una zanja, pidiendo posteriormente un rescate de 10.000 dólares al padre de
la victima. No fueron necesarios. Antes de que la transacción económica pudiera
llevarse a cabo, la policía halló el cadáver y junto a él unas características
gafas poco corrientes que condujeron rápidamente al nombre de Nathan. Al ser
interrogado, el muchacho utilizó como coartada a su compañero Richard, quien
sin embargo no fue capaz de mantener la misma sangre fría que el primero y
confesó toda la verdad. El supuesto crimen perfecto había sido un fracaso.
Sin embargo, fue con la detención cuando comenzó la parte más interesante de
todo este caso: el juicio, uno de los más famosos e importantes del siglo por imputar
a miembros de las más altas esferas sociales. Un juicio que tuvo como máxima
estrella la homosexualidad de sus acusados. Clarence Darrow, celebre abogado
contrario a la pena de muerte, que llevó la defensa de la pareja, centró gran
parte de sus argumentos en la relación de amor que existía entre sus clientes.
Alegó locura momentánea utilizando la homosexualidad como prueba inequívoca de
que Nathan y Richard eran personas enfermas, desviadas y pervertidas
sexualmente. Gracias a ello, a ser homosexuales y por tanto enfermos (sic), se
libraron de la ejecución y fueron condenados a cadena perpetua.
Richard murió en prisión apuñalado por un compañero que lo acusó de intento de
violación, y Nathan quedó libre tras 33 años de condena.
Andrew Cunanan, el hombre de las mil caras
Ya desde joven Andrew había demostrado un ambicioso deseo de convertirse en
alguien y una curiosa facilidad para reinventarse a si mismo acorde a sus
delirios de grandeza. Encaminó sus primeros pasos hacia la fama y el dinero
fácil frecuentando clubes en los que ofrecía sus servicios sexuales a hombres
mayores que lo agasajaban con valiosos regalos. Fue en el barrio de Castro, San
Francisco, donde pudo codearse con la gente mas importante y donde, por
ejemplo, conoció personalmente a Gianni Versace, Lisa Kudrow y Hugo Grant,
convertidos mas tarde en blanco de sus iras por no ayudarle a conseguir el
papel en el cine que según él merecía. Mientras, trabajo como actor porno en
películas de todo tipo, incluyendo algunas con prácticas sadomasoquistas.
Su sangrienta carrera comenzó a mediados de los noventa con los asesinatos de
Jeff Trail y Davis Madson (dos de sus amantes que se estaban liando a sus
espaldas), continuó con Lee Miglin y William Reese y culminó con el par de
disparos a Versace, momento en el que Cunanan ocupó por fin la primera plana de
todos los periódicos. Convertido en el hombre mas perseguido del país, fue
cercado por cuatrocientos agentes del FBI en una casa-barco en Miami Beach.
Acorralado, Andrew se disparó a si mismo el 23 de julio de 1997.
Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milkwaukee
En enero de 1992, Jeffrey Dahmer fue condenado a 957 años de prisión por el
asesinato de quince personas, victimas en su mayoría homosexuales y de raza
negra con los que ligaba en las zonas de ambiente de Milkwaukee o Chicago. Tras
emborrachar al pobre muchacho que hubiera caído en sus garras, lo estrangulaba
y desmembraba mientras tomaba polaroids, y al tiempo que usaba sus cabezas para
practicarse tétricas felaciones. Algunos de los restos eran después cocinados e
ingeridos, otros disueltos con ácido, y muchos de ellos guardados como un
trofeo, especialmente las cabezas y los genitales.
Uno de los episodios más infames de este caso ocurrió cuando una de las
victimas, un chico llamado Konerak, de apenas catorce años, logró escapar del
apartamento de Dahmer justo antes de que éste pretendiera abrirle la cabeza con
un taladro. Borracho, drogado y en estado de shock, el chico corrió por las
calles hasta dar con dos agentes de policía a los que fue incapaz de
explicarles con coherencia lo que ocurría. Un estado que Jeffrey supo
aprovechar argumentando que aquel muchacho era su novio de diecinueve años y
que acababan de tener una fuerte pelea conyugal. Sin duda movidos por la
homofobia, los agentes prefirieron no entrometerse en asuntos de maricones y
dejaron a Konerak de nuevo en manos del monstruo. El pobre muchacho vio
impotente como regresaba al apartamento 213 de la mano de su asesino, abocado
al más depravado de los crímenes.
Tras su posterior detención (curiosamente posible gracias a que otra de las
victimas logró escapar de la casa de Dahmer, esta vez con mas suerte), el
carnicero fue internado en prisión, donde murió a manos de Christopher Scarver,
un interno de raza negra.
John Wayne Gacy Jr., el payaso asesino
Para el vecindario en el que vivía, en Chicago, John era un hombre modelo,
prospero en los negocios y volcado en numerosas obras benéficas recorriendo
hospitales infantiles con sus enormes zapatones y su nariz colorada bajo el nombre
de Pogo el payaso. Difícil imaginar que aquel hombre fuera el mismo que años
atrás había sido condenado por acoso sexual a un empleado, y el mismo que había
sido abandonado por sus dos esposas tras descubrir estas sus inclinaciones
homosexuales hacia hombres demasiado jóvenes. Una inteligentísima labor de
lavado de imagen que le permitió esconder durante años el retorcido asesino que
llevaba dentro: recorría las zonas homosexuales de Chicago en busca de algún
joven, chaperos en su mayoría. Los llevaba a casa y allí los emborrachaba,
sacando después unas esposas como juguete sexual. En el momento en el que la
victima dejaba que Gacy cerrara el diminuto candado del artilugio, quedaba
firmada su sentencia de muerte. Entre sus practicas habituales estaban las
torturas de todo tipo, el estrangulamiento y, como no, la violación, antes o
después del asesinato.
En 1978, gracias a las acusaciones de una de sus victimas y de los padre de
otra, Gacy fue arrestado tras una inspección policial en su casa que culminó
con el horrible hallazgo de numerosos cadáveres en el sótano y el jardín. En
1980, tras un juicio en el que el payaso justificó sus actos argumentando que
sus victimas eran unos “despreciables mariquitas”, la sentencia dictaminó pena
de muerte. Un 10 de mayo de 1994, Pogo el Payaso fue ejecutado.
Somos Seres Sociales: @pieladentro @hosscox
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